Hace muchos años, cuando pasé un período extremadamente difícil en mi vida, en un momento me miré en el espejo cuando estaba llorando. Te diré que me dio aún más tristeza verme así. Me quedé un rato y de pronto me surgió una pequeña sonrisa… de pronto sentí un leve alivio y entonces intenté sonreírme más y más, hasta que pude regalarme una sonrisa “verdadera”.
Esa sonrisa, aparte de sentir alivio, me dio una gran sensación de contención y de alguna manera me “llenaba”. De ahí me hice una promesa: que a partir de hoy me iba a regalar todos los días una sonrisa, porque sí…y a pesar de todo…bien en ese momento no entendía porque o para qué….simplemente lo hacía…mucho tiempo después recién me daba cuenta de cuanto me conectaba esa sonrisa conmigo misma y que esa “reconexión” me llenaba y me llenaba. Hoy, pensando que desde ese día pasaron más de 25 años y saber que en todos estos años, todos los días me regalaba una sonrisa, me da una gran plenitud y alegría y agradecimiento.